¿Quién ha ganado?

La concesión de asilo político a Snowden permite sacar ciertas cuentas morales. ¿Quiénes ganaron? Ganaron Snowden y sus aliados mediáticos, especialmente Laura Poitras y Glenn Greenwald, por lo pronto. Como Daniel Ellsberg, el tiempo no registrará el acto de Snowden como una traición aunque lo haya sido, sino como un ejercicio de civismo.

La razón, en un país con un sentido enfermizo de las libertades civiles, es obvia: además de que un porcentaje no menor de sus compatriotas ya lo ve así, lo que hizo está teniendo consecuencias para la democracia. En dos frentes: las políticas públicas (la investigación en el Comité Judicial del Senado ha provocado una rendición de cuentas que acabará en una revisión legal del funcionamiento del espionaje) y la empresa privada: las compañías de tecnología informática se han liberado del peso que cargaban encima al verse obligadas a mantener en secreto una colaboración tan estrecha con su Gobierno.

Pero también gana la causa contra la libertad, empezando por Rusia, que ha jugado un juego perverso alargando la concesión de asilo para que, mientras Snowden permanecía en Sheremetievo, fueran saliendo, dosificadas, las informaciones sobre los distintos programas de espionaje, el último de ellos XKeyscore, que permite a analistas norteamericanos acceder a todas las comunicaciones de sus compatriotas en territorio estadounidense sin autorización.

Rusia, emblema del autoritarismo antioccidental tanto en política doméstica como en política exterior, según ha quedado patente en Siria, inflige una humillación a Washington y las democracias liberales. Algo parecido había hecho China dejando a Snowden escapar de Hong Kong con la novelesca Sarah Harrison, la agente de Wikileaks. Para no hablar de los sospechosos habituales: Nicaragua, Venezuela y Ecuador.

Pero gana también, a pesar de todo, Barack Obama, un hombre al que su base ve con decepción en vista de la continuidad de políticas de su antecesor, como la preservación de la cárcel de Guantánamo y el uso masivo de drones. Obama ha elogiado el debate sobre los límites de la seguridad en un mundo libre que la delación de Snowden ha catalizado y ha empezado a desclasificar ciertos documentos de espionaje. Si sigue por esa línea, puede recobrar el manto de libertario civil que tuvo hasta 2008.